
Furioso el fuego
Devora los recuerdos
Arden los sueños
Perdidos y olvidados
Por lo viejos senderos
Arden los montes
De aquellos nuestros besos
Testigos mudos
De aquellas nuestras risas
En las tardes de otoño
Viento nordeste
Matorrales resecos
Calor de agosto.
La yesca y el pedernal
Listos para encender
En silencio y vacíos
Establos y rediles
En silencio la casa
Los campos sin labrar
Y sin cuidar los montes