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Emilio Prados. 1899 - 1962 DORMIDO EN LA HIERBA





Dormido en la yerba


Todos vienen a darme consejo.

Yo estoy dormido junto a un pozo.


Todos se acercan y me dicen:

-La vida se te va,

y tú te tiendes en la yerba,

bajo la luz más tenue del crepúsculo,

atento solamente

a mirar cómo nace

el temblor del lucero

o el pequeño rumor

del agua, entre los árboles.


Y tú te tiendes sobre la yerba:

cuando ya tus cabellos

comienzan a sentir

más cerca y fríos que nunca,

la caricia y el beso

de la mano constante

y sueño de la luna.


Y tú te tiendes sobre la yerba:

cuando apenas si puedes

sentir en tu costado

el húmedo calor

del grano que germina

y el amargo crujir

de la rosa muerta.


Y tú te tiendes sobre la yerba:

cuando apenas si el viento

contiene su rigor,

al mirar en ruina

los muros de tu espalda,

y, el sol, ni se detiene

a levantar tu sangre del silencio.-


Todos se acercan y me dicen:

-Tú duermes en la tierra

y tu corazón sangra

y sangra, gota a gota

ya sin dolor, encima de tu sueño,

como en lo más oscuro del jardín, en la noche,

ya sin olor, se muere la violeta.-


Todos vienen a darme consejo.

Yo estoy dormido junto a un pozo.


Sólo, si algún amigo mío

se acerca, y, sin pregunta

me da un abrazo entre las sombras:

lo llevo hasta asomarnos

al borde, juntos, del abismo,

y, en sus profundas aguas,

ver llorar a la luna y su reflejo,

que más tarde ha de hundirse

como piedra de oro,

bajo el otoño frío de la muerte.


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