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Billy Collins. 1941 - On turning ten /. Cumplir 10 años

 





On Turning Ten


The whole idea of it makes me feel

like I’m coming down with something,

something worse than any stomach ache

or the headaches I get from reading in bad light—

a kind of measles of the spirit,

a mumps of the psyche,

a disfiguring chicken pox of the soul.

 

You tell me it is too early to be looking back,

but that is because you have forgotten

the perfect simplicity of being one

and the beautiful complexity introduced by two.


But I can lie on my bed and remember every digit.

At four I was an Arabian wizard.

I could make myself invisible

by drinking a glass of milk a certain way.

At seven I was a soldier, at nine a prince.

 

But now I am mostly at the window

watching the late afternoon light.

Back then it never fell so solemnly

against the side of my tree house,

and my bicycle never leaned against the garage

as it does today,

all the dark blue speed drained out of it.

 

This is the beginning of sadness, I say to myself,

as I walk through the universe in my sneakers.

It is time to say good-bye to my imaginary friends,

time to turn the first big number.

 

It seems only yesterday I used to believe

there was nothing under my skin but light.

If you cut me I could shine.

But now when I fall upon the sidewalks of life,

I skin my knees. I bleed.



Cumplir Diez Años


La sola idea de ello me hace sentir

Como si me estuviese empezando algo,

Algo peor que cualquier dolor de estomago

O los dolores de cabeza que me dan por leer con poca luz —

Una especie de sarampión del espíritu,

Paperas de la psiquis,

 Una desfigurante viruela del alma.


Me dices que es muy temprano para mirar atrás,

Pero eso es porque has olvidado

La perfecta simplicidad de tener sólo uno

Y la bella complejidad introducida por tener dos.


Pero puedo recostarme en mi cama y recordar cada digito.

Con  cuatro era un mago Árabe.

Podía hacerme invisible

Bebiéndome un vaso de leche de una cierta manera.

A los siete era un soldado, a los nueve, un príncipe.


Pero ahora estoy casi siempre en la ventana

Mirando la luz del atardecer.

 Antes no caía de forma tan solemne

Sobre el costado de mi casita en el árbol,

 Y mi bicicleta nunca se recostó 

Contra el garage como lo hace hoy,

Toda su velocidad azul oscuro se le ha escurrido.


Este es el principio de la tristeza, me digo a mi mismo,

Mientras camino por el universo con mis tenis.

Es la hora de decir adiós a mis amigos imaginarios,

Es la hora del primer gran número.


Parecería que fuera  ayer cuando solía creer

Que no había más que luz bajo mi piel.

 Y si me cortaba, brillaría.

Pero ahora cuando caigo sobre las aceras de la vida,

Me raspo las rodillas....Y  sangro.

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