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Ida Vitale 1923. Elefante del hoy





La memoria su leve tela teje,

segura de aferrarse a puntos firmes;

araña sabia en vientos y en estorbos,

avanza aupada en rostros intocables,

arrastra ajenas puertas, monumentos:

una iglesia que padeció un temblor

y el fuego al fin cubrió de gasas negras;

escaleras y calles y paisajes;

un lago en que descansan migraciones,

por unos breves días coincidentes,

que apacibles comieron de mi mano,

migratoria también y sola entonces.

Pero lo aun precioso será olvido,

ya lo sabemos, la memoria y yo,

aunque intentemos seguir adelante

con el dibujo, regresar al puente

aquél y ver, otra fascinación,

cómo, entretejido al agua, el hielo

crece como una balsa quebradiza.

Y brujos tulipanes amarillos,

lejos de sus beguinas aparecen

sumados a las calles con cigüeñas

de Alcalá de Henares o de Ávila.

La memoria hacendosa pone en orden

los hilos, pero a veces algo falla

y el desabrido elefante del hoy

irrumpe a destrozar como en la selva

las ramas y se desgarra la trama

de la seda. Recuerda el obediente,

al sujetar su fe, soldado en lucha

contra su propio sueño, que hay olvido.

E intenta proteger de destrucciones,

con gratitud, aquello que no es suyo.

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