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Oda marítima / Ode marítimo. ( fragmento III ) Álvaro de Campos. Heterónimo de Fernando Pessoa






Sí, de un muelle, de un muelle en cierto modo material,
real, visible como muelle, muelle realmente,
el Muelle Absoluto por cuyo modelo inconscientemente imitado,
insensiblemente evocado,
nosotros los hombres construimos
nuestros muelles en nuestros puertos,
nuestros muelles de piedra actual sobre agua verdadera,
que una vez construidos se anuncian de pronto
como Cosas-Reales, Espíritus-Cosas, Entidades de Piedras-Almas,
ante ciertos momentos nuestros de sentimiento-raíz,
cuando en el mundo exterior como que se abre una puerta
y, sin que nada se altere,
todo se revela distinto.

¡Ah, el Gran Muelle del que partimos en Navíos-Naciones!
¡El Gran Muelle Anterior, eterno y divino!
¿De qué puerto? ¿En qué aguas? ¿Y por qué pienso esto?
Grań Muelle como los otros muelles, pero el Único.
Lleno como ellos de silencios rumorosos en los amaneceres,
y abriéndose con las mañanas en un ruido de grúas
y llegadas de trenes mercancías,
y bajo la nube negra y ocasional y leve
del humo de las chimeneas de las fábricas cercanas
que sombrea el suelo negro de trocitos de carbón que brillan
como si fueses la sombra de una nube al pasar sobre agua sombría.
¡Ah, qué esencialidad de misterio y sentidos detenidos
en divino éxtasis revelador,
en las horas color de silencios y angustias
no es puente entre cualquier muelle y el Muelle!

Muelle negramente reflejado en las aguas quietas,
bullicio a bordo de los navíos,
¡oh alma errante e inestable de la gente embarcada,
de la gente simbólica que pasa y con la que nada dura,
que cuando el navío vuelve al puerto
hay siempre alguna alteración a bordo!

¡Oh fugas continuas, idas, ebriedad de lo Diverso!
¡Alma eterna de los navegantes y de las navegaciones!
¡Cascos reflejados lentamente en las aguas
cuando el navío zarpa del puerto!
Flotar como alma de la vida, partir como voz,
vivir el momento temblorosamente sobre aguas eternas.
Despertar a días más directos que los días de Europa,
ver puertos misteriosos sobre la soledad del mar,
doblar cabos lejanos hacia súbitos vastos paisajes
en innumerables laderas atónitas...

A, las playas lejanas, los muelles vistos de lejos,
y después las playas próximas, los muelles vistos de cerca.
¡El misterio de cada partida y de cada llegada,
la dolorosa inestabilidad e incomprensibilidad
de este imposible universo
a cada hora marítima más en la propia piel sentido!
El sollozo absurdo que nuestras almas derraman
sobre las extensiones de mares diferentes con islas a lo lejos,
sobre las islas lejanas de las costas dejadas al pasar,
sobre el crecer nítido de los puertos, con sus casas y sus gentes,
ante el navío que se acerca.










Sim, dum cais, dum cais dalgum modo material,

Real, visível como cais, cais realmente,

O Cais Absoluto por cujo modelo inconscientemente imitado,

Insensivelmente evocado,

Nós os homens construímos

Os nossos cais nos nossos portos,

Os nossos cais de pedra actual sobre água verdadeira,

Que depois de construídos se anunciam de repente

Coisas-Reais, Espíritos-Coisas, Entidades em Pedra-Almas,

A certos momentos nossos de sentimento-raiz

Quando no mundo-exterior como que se abre uma porta

E, sem que nada se altere,

Tudo se revela diverso.



Ah o Grande Cais donde partimos em Navios-Nações!

O Grande Cais Anterior, eterno e divino!

De que porto? Em que águas? E porque penso eu isto?

Grandes Cais como os outros cais, mas o ònico.

Cheio como eles de silêncios rumorosos nas antemanhãs,

E desabrochando com as manhãs num ruído de guindastes

E chegadas de comboios de mercadorias,

E sob a nuvem negra e ocasional e leve

Do fundo das chaminés das fábricas próximas

Que lhe sombreia o chão preto de carvão pequenino que brilha,

Como se fosse a sombra duma nuvem que passasse sobre água sombria.



Ah, que essencialidade de mistério e sentido parados

Em divino êxtase revelador

Ës horas cor de silêncios e angústias

Não é ponte entre qualquer cais e O Cais!



Cais negramente reflectido nas águas paradas,

Bulício a bordo dos navios,

Ó alma errante e instável da gente que anda embarcada,

Da gente simbólica que passa e com quem nada dura,

Que quando o navio volta ao porto

Há sempre qualquer alteração a bordo!



Ó fugas contínuas, idas, ebriedade do Diverso!

Alma eterna dos navegadores e das navegações!

Cascos reflectidos devagar nas águas,

Quando o navio larga do porto!

Flutuar como alma da vida, partir como voz,

Viver o momento tremulamente sobre águas eternas.

Acordar para dias mais directos que os dias da Europa.

Ver portos misteriosos sobre a solidão do mar,

Virar cabos longínquos para súbitas vastas paisagens

Por inumeráveis encostas atónitas...



Ah, as praias longínquas, os cais vistos de longe,

E depois as praias próximas, os cais vistos de perto.

O mistério de cada ida e de cada chegada,

A dolorosa instabilidade e incompreensibilidade

Deste impossível universo

A cada hora marítima mais na própria pele sentido!

O soluço absurdo que as nossas almas derramam

Sobre as extensões de mares diferentes com ilhas ao longe,

Sobre as ilhas longínquas das costas deixadas passar,

Sobre o crescer nítido dos portos, com as suas casas e a sua gente,

Para o navio que se aproxima.

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