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El cementerio. F. Hölderlin






Silencioso lugar verdeante de hierba joven,
Donde yacen hombre y mujer y se yerguen las cruces,
Adonde van acompañados los amigos,
Donde fulguran en claro vidrio las ventanas.

Cuando en ti fulge la alta llama del cielo
A mediodía, cuando la primavera te frecuenta y se demora
Y va la espiritual nube húmeda y gris,
Con hermosura el día escapa dulcemente.

Qué tranquilidad hay cerca del muro grisáceo
Encima del cual pende un árbol con frutos;
Negror mojado de rocío, follaje todo duelo;
Pero los frutos son densos preciosamente.

Hay en la iglesia una tranquilidad oscura
Y también el altar en esa noche se recoge;
Aún allá quedan varias cosas hermosas,
Mas en verano canta alguna cigarra en el campo.

Allí, cuando las oraciones del pastor se escuchan
En tanto al lado está el grupo de amigos
Que con el muerto van, qué vida singular
Y qué espíritu, devotamente descuidado.

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