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ENCUENTRO CON EL AMOR. (Oratorio de San Bernardino ) Alfonsa de la Torre




ENCUENTRO CON EL AMOR


Decían que era amor

ese anhelo de mirlos desviviendo las sombras.

Amor, ese supervivirse en lilas, en destellos

inesperados.

Amor, ese chocar de mares potentes,

esa agrupación de constelaciones para formar

luminosos lotos,

esa conjunción de primaveras y albas.

Amor, ese nutrirse continuo de sándalos,

ese henchirse la sangre de calientes rosas,

ese morder y estrujar y lamer perfumadas

hierbas soleadas.

Amor, amor, rendimiento lento de naves azules,

descendimiento de gaviotas,

arco iris sobre la curva del alma en éxtasis,

ojiva de luz en los enfriados corazones de adobe.

Creían que eras todo eso, amor:

calideces de nido,

entornamiento de alas,

perderse al atardecer por veredas risueñas,

adentrarse en rediles bajo esquilas y canciones,

un ir apagando todas las cosas, para revivir

únicamente en ilusiones encendidas.



Revivir, — Revivir.

Recrear, — Recrear.

Resucitar, — Resucitar.

Resoñar, — Resoñar.

Siempre con eco, amor, siempre con eco.

Crear y soñar con eco.

Abrir todas las ventanas

y todos los balcones de enredaderas

y todas las barandas de glicinas,

para que entren los brotes,

para que entren las hojas,

para que entren los tallos y la lluvia

y el olor del lúpulo

y de los jacintos y de las flores del naranjo

—siempre con eco, amor, siempre con eco—

. Abrir las frescas barandas

y detenerse a escuchar su eco.

Detenerse a escuchar cómo otras manos

van abriendo las mismas barandas

y aspiran los mismos perfumes

y se posan sobre los mismos tréboles

hasta saturarse de voces,

hasta apresar las más remotas,

hasta crear las que no fueron nunca

—siempre con eco—.

y después ir a justando las ventanas,

los engrasados goznes,

las pintadas maderas,

para que el eco no pueda escaparse,

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