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Susana Benet. 1950. DÍAS ETERNOS







DÍAS ETERNOS

A Silvia Pratdesaba, Manuel Ramírez y Manuel Borrás


Toda la luz que entonces
reflejaba el rocío en sus espejos,
el destello del sol sobre las aguas,
latiendo entre los juncos, en los tréboles.


Todas aquellas sendas que mis huellas
abrían sobre el barro,
la lluvia retenida entre las hojas,
el color acerado de los frutos,
su efímero perfume.


Todo lo que brilló
en los días eternos de la infancia,
alumbra todavía
la niebla interminable de mis noches,
y me devuelve en sueños los paisajes
perdidos, olvidados.

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