Era um terceiro andar, bem folgado.
Pola parte de atrás dava para o Campinho,
e por diante para a rua de Sam Francisco.
No segundo vivia a minha tia aboa:
Tiña unha peza cheia de paxaros disecados
que só abria os dias de festa
para que os nenos disfrutásemos nela.
Ainda vivia minha mãe
e todos os meus irmaos viviam,
e em frente trabalhava o senhor Pedro o tanoeiro,
e a grande tenda de efeitos navais mantinha o seu trafego.
Na casa tinhamos pombas
e, por suposto, un grande gato mouro;
e o mue pai era novo ainda
e no mar do mundo cada dia descobria eu unha ilha.
Via o mar da minha fiestra,
e chegavam cornetas da marinha.
E baixava os degraus duas vezes ao dia para ir à escola,
e duas vezes rubia-os de volta.
e íamos à aldeia em coche de cavalos,
e a rua estava ateigada de pregons de sardinhas
e de ingleses que vendiam Bíblias.
Eu tinha un pacto con Deus:
que ninguén dos meus morreria.
E o pacto era observado,
e eu confiaba na perenidade do pacto.
Todo isto fica tam longe
que aduro podo ainda lembrá-lo.
Esqueceria-o dentro de pouco tempo
se non escrebese estes versos.
Cinco duros pagábamos de alquiler.
Era un tercer piso, muy amplio y holgado.
Por la parte de atrás daba al Campiño,
y por delante a la calle San Francisco.
En el segundo vivía mi tía abuela:
Tenía una habitación llena de pájaros disecados
que sólo abría los días de fiesta
para que los niños disfrutásemos en ella.
Todavía vivía mi madre
y todos mis hermanos vivían,
y enfrente trabajaba el señor Pedro, el tonelero
y la gran tienda de efectos navales mantenía su ajetreo.
En la casa teníamos palomas
y, por supuesto,un enorme gato negro;
y mi padre era joven todavía
y en el mar del mundo cada día descubría yo una isla
Veía el mar desde mi ventana,
y llegaban cornetas de
la Marina.
Y bajaba los escalones dos veces al día para ir a la escuela,
y dos veces los subía de vuelta.
Las mujeres entonces usaban capa y corsé,
e íbamos a la aldea en
coche de caballos,
y la calle estaba atestada de pregones de sardinas
y de ingleses que vendían Biblias.
Yo tenía un pacto con Dios :
que ninguno de los míos moriría.
Y el pacto era respetado,
y yo confiaba en la perennidad del pacto.
Todo esto queda tan lejos
que a duras penas puedo todavía recordarlo.
Lo olvidaría dentro de poco tiempo
si no escribiese estos
versos.
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