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Billy Collins 1941- Gorrión de Navidad / Christmas Sparrow

 







La primera cosa que escuché esta mañana

fue el sonido de un rápido aleteo,suave,insistente -


alas contra el cristal como después  resultó ser

cuando abajo ví al pequeño pájaro 

alborotando en el marco de la alta ventana

tratando de lanzarse a través 

del enigma del transparente  cristal en la espaciosa luz


Después un ruido en la garganta del gato

Que estaba acurrucado en la alfombra

me explicó como el pajaro había conseguido entrar,

transportado en la fría noche 

a través de la gatera de la puerta del sótano,

Y más tarde liberado de la suave prisión de los dientes.


En una silla , envolví sus latidos

en una camisa y lo llevé a la puerta

tan ligero e ingrávido era, que parecía 

haberse esfumado y desaparecido en el nido de tela.


Pero afuera, cuando destapé mis manos,

como un relámpago se zambulló ó en su elemento,

hundiéndose en el jardín dormido

en un espasmo de aleteos

para desaparecer sobre una fila de altas cicutas.


Durante el resto del día,

pude sentir el vibrante batir de alas

entre mis palmeras y yo me preguntaba

sobre las horas que había pasado

recluído en las sombras de esta habitación,

escondido entre  las puntiagudas ramas

de nuestro árbol decorado, respirando allí

entre ángeles metálicos, manzanas de cerámica, estrellas de hilo

sus ojos abiertos, como los míos  acostado en la cama esta noche

imaginándome este raro y afortunado gorrión 

incrustado  en un acebo ahora.

Una ligera nevada  está cayendo a través de la serena oscuridad.




The first thing I heard this morning

was a rapid flapping sound, soft, insistent—


wings against glass as it turned out

downstairs when I saw the small bird

rioting in the frame of a high window,

trying to hurl itself through

the enigma of glass into the spacious light.


Then a noise in the throat of the cat

who was hunkered on the rug

told me how the bird had gotten inside,

carried in the cold night

through the flap of a basement door,

and later released from the soft grip of teeth.


On a chair, I trapped its pulsations

in a shirt and got it to the door,

so weightless it seemed

to have vanished into the nest of cloth.


But outside, when I uncupped my hands,

it burst into its element,

dipping over the dormant garden

in a spasm of wingbeats

then disappeared over a row of tall hemlocks.


For the rest of the day,

I could feel its wild thrumming

against my palms as I wondered about

the hours it must have spent

pent in the shadows of that room,

hidden in the spiky branches

of our decorated tree, breathing there

among the metallic angels, ceramic apples, stars of yarn,

its eyes open, like mine as I lie in bed tonight

picturing this rare, lucky sparrow

tucked into a holly bush now,

a light snow tumbling through the windless dark.


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