La primera cosa que escuché esta mañana
fue el sonido de un rápido aleteo,suave,insistente -
alas contra el cristal como después resultó ser
cuando abajo ví al pequeño pájaro
alborotando en el marco de la alta ventana
tratando de lanzarse a través
del enigma del transparente cristal en la espaciosa luz
Después un ruido en la garganta del gato
Que estaba acurrucado en la alfombra
me explicó como el pajaro había conseguido entrar,
transportado en la fría noche
a través de la gatera de la puerta del sótano,
Y más tarde liberado de la suave prisión de los dientes.
En una silla , envolví sus latidos
en una camisa y lo llevé a la puerta
tan ligero e ingrávido era, que parecía
haberse esfumado y desaparecido en el nido de tela.
Pero afuera, cuando destapé mis manos,
como un relámpago se zambulló ó en su elemento,
hundiéndose en el jardín dormido
en un espasmo de aleteos
para desaparecer sobre una fila de altas cicutas.
Durante el resto del día,
pude sentir el vibrante batir de alas
entre mis palmeras y yo me preguntaba
sobre las horas que había pasado
recluído en las sombras de esta habitación,
escondido entre las puntiagudas ramas
de nuestro árbol decorado, respirando allí
entre ángeles metálicos, manzanas de cerámica, estrellas de hilo
sus ojos abiertos, como los míos acostado en la cama esta noche
imaginándome este raro y afortunado gorrión
incrustado en un acebo ahora.
Una ligera nevada está cayendo a través de la serena oscuridad.
The first thing I heard this morning
was a rapid flapping sound, soft, insistent—
wings against glass as it turned out
downstairs when I saw the small bird
rioting in the frame of a high window,
trying to hurl itself through
the enigma of glass into the spacious light.
Then a noise in the throat of the cat
who was hunkered on the rug
told me how the bird had gotten inside,
carried in the cold night
through the flap of a basement door,
and later released from the soft grip of teeth.
On a chair, I trapped its pulsations
in a shirt and got it to the door,
so weightless it seemed
to have vanished into the nest of cloth.
But outside, when I uncupped my hands,
it burst into its element,
dipping over the dormant garden
in a spasm of wingbeats
then disappeared over a row of tall hemlocks.
For the rest of the day,
I could feel its wild thrumming
against my palms as I wondered about
the hours it must have spent
pent in the shadows of that room,
hidden in the spiky branches
of our decorated tree, breathing there
among the metallic angels, ceramic apples, stars of yarn,
its eyes open, like mine as I lie in bed tonight
picturing this rare, lucky sparrow
tucked into a holly bush now,
a light snow tumbling through the windless dark.
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