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Louise Glück 1943. Winter Recipes from the Collective 1/ Recetas Invernales de la Comunidad 1







Winter Recipes from the Collective



1.

Each year when winter came, the old men entered

the woods to gather the moss that grew

on the north side of certain junipers.

It was slow work, taking many days, though these

were short days because the light was waning,

and when their packs were full, painfully

they made their way home, moss being heavy to carry.

The wives fermented these mosses, a time-consuming project

especially for people so old

they had been born in another century.

But they had patience, these elderly men and women,

such as you and I can hardly imagine,

and when the moss was cured, it was with wild mustards and sturdy herbs

packed between the halves of ciabattine, and weighted like pan bagnat,

after which the thing was done: an "invigorating winter sandwich"

it was called, but no one said

it was good to eat; it was what you ate

when there was nothing else, like matzoh in the desert, which

our parents called the bread of affliction— Some years

an old man would not return from the woods, and then his wife would need

a new life, as a nurse's helper, or to supervise

the young people who did the heavy work, or to sell

the sandwiches in the open market as the snow fell, wrapped

in wax paper— The book contains

only recipes for winter, when life is hard. In spring,

anyone can make a fine meal.




RECETAS INVERNALES DE LA COMUNIDAD



I



Cada año al llegar el invierno los viejos se adentraban

en los bosques para recoger el musgo que crecía

en el lado norte de algunos enebros.

Era una labor lenta, que requería varios días, aunque estos

fueran días cortos porque la luz era cada vez más escasa,

y cuando tenían las mochilas llenas, retomaban

penosamente el camino de regreso, con la pesada carga del musgo.

Las mujeres fermentaban este musgo, una tarea laboriosa,

especialmente para gente tan anciana

como para haber nacido en otro siglo.

Pero tenían paciencia, estos ancianos y ancianas,

una que tú y yo apenas logramos imaginar,

y cuando el musgo ya estaba curado, se metía acompañado de mostazas silvestres

y recias hierbas en una chapata cortada en dos, y se aplastaba como un pan bagnat,

tras lo cual estaba listo: un “revitalizador bocadillo invernal”

lo llamaban, pero nadie decía

que estuviera rico; era lo que comías

cuando no había nada más, como el pan ácimo en el desierto, que

nuestros padres llamaban el pan de la aflicción... Algunos años

un anciano no regresaba del bosque, y entonces su esposa necesitaba

una nueva vida, como auxiliar de enfermería, o supervisando

a los jóvenes que hacían el trabajo pesado, o vendiendo

los bocadillos en el mercado al aire libre mientras caía la nieve, envueltos

en papel encerado... El libro contiene

solo recetas para el invierno, cuando la vida es dura. En primavera

cualquiera es capaz de preparar un buen plato.

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