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Planchando las camisas de invierno. Angeles Mora.







Cuando la primavera dio su tercer aviso,

ya en junio.

Cuando los días se volvieron

definitivamente azules

y la luz dulce se expandió

interminable

como las margaritas del jardín,

salpicando en el césped las manchas

amarillas y blancas de su vestido limpio.


Cuando la primavera vino para quedarse

y la sierra se desnudó a lo lejos,

ella

estaba en el salón, abierta la ventana,

respirando cierta tristeza,

como quien gana y pierde al mismo tiempo,

viendo brillar la tarde, al paso de los años,

antes de que el verano nos aplaste,

suavemente estirando las arrugas

del corazón,

planchando las camisas del invierno.


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