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CANCION DE LA MUCHACHA QUE CAMINABA A TRAVES DEL VIENTO. I Oratorio de San Bernardino . Alfonsa de la Torre






CANCION DE LA MUCHACHA QUE CAMINABA A TRAVES DEL VIENTO



Miradme, soy de barro,

mi base es media esfera

dos alas me sostienen

erguidas en el aire

las puntas de mi velo.

Pudiera ser tanagra,

la gracia me circunda,

con los brazos cruzados

y el pelo en breve moño

decoraría, acaso,

un hogar apacible

perdido entre la nieve.

Soy más que forma grata,

más que perfil en sombra:

un canto de promesa

-que camina hacia el cielo.

Alguien hizo mi carne,

alfarero de espacios,

perdido entre planetas

sin gesto y sin facciones.



El formó mi esqueleto

con las cañas cortadas

en pálidas orillas

y me surcó de ríos

azules y calientes

como un mapa de voces

y soplando en las ramas

de mi esqueleto blanco

donde anidaban aves,

encendióme esta hoguera

de suave movimiento.

Así noté la vida.

Así prendió mis alas.

En su taller lejano

de vasos quebradizos

fui ánfora de sangre,

capullo de doncella

envuelta en linos tenues.

No recuerdo la aurora

en que abriendo su mano

me escapé de sus dedos,

paloma impetuosa

de un Noé sin riberas

sobre un mundo en naufragio.

Me esperaban las redes

de todos los caminos

tendidas en paisajes.

Me esperaban montañas

de deseos sin logro

mantenidas de espuma,

y ese panal difícil

del amor que nos tienta

y nos pierde en sus ondas.



Y yo inicié mis pasos

limitada por nubes,

transcendida de helechos,

entre frescos rumores

de fuentes y cascadas.

Y salían gacelas

de poemas antiguos

a esconderse en mis pliegues,

y jacintos rizados

de idilios luminosos

requerían mi talle.



Mas yo andaba de prisa

como hoguera de monte

en noche solitaria,

perdiéndome en la fronda

como nube en el cielo

cuando el sol se despide.

"¡Aguarda!", me gritaban

los manzanos silvestres,

la avena estremecida,

oropéndolas suaves

de receles pintados

y perdices en celo.

"¡Aguarda! Los caminos

serán lagos de niebla,

las sendas serán dunas,

el destino, borrasca.

" No importa, soy de arcilla,

de barro son mis ojos,

no transparentan miedo,

no transparentan frío,

sólo filtran colores,

alas de mariposas.



De estrellas y paisajes

son espejos de agua;

en su lecho de vidrio

yacen adormecidas

las bellezas más puras.

¡Qué alegría de triunfo

mis contornos perfila!

¡Qué soledad sin tiempo

los dioses no gustaron!

Atrás quedan los montes,

los hollados caminos,

el pan y la guadaña,

el tálamo y la esteva.

Atravieso las lindes

de ensenadas radiantes

florecidas de trébol,

benditas de rocío;

pájaros me recuerdan

mi ingravidez de rosa

cuando me apresa el lazo

del hondero invisible.

¡Oh dolor! ¡Cómo aprietan

las venas estiradas!

¡Cómo hieren los hilos

afilados del aire

en la mimada pulpa!

Intento desasirme,

conquistar las espiras

concéntricas del viento.

Todo esfuerzo es amargo;

no conozco las leyes

que regulan la danza

de la araña en su tela.





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