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El arte de ser feliz. Cecilia Meireles. 1901 - 1964






À ARTE DE SER FELIZ

Houve um tempo em que minha janela se abria sobre uma cidade que parecia
ser feita de giz. Perto da janela havia um pequeno jardim quase seco.
Era uma época de estiagem, de terra esfarelada, e o jardim parecia morto.
Mas todas as manhãs vinha um pobre com um balde, e, em silêncio, ia atirando
com a mão umas gotas de água sobre as plantas. Não era uma rega: era uma
espécie de aspersão ritual, para que o jardim não morresse. E eu olhava para
as plantas, para o homem, para as gotas de água que caíam de seus dedos
magros e meu coração ficava completamente feliz.
Às vezes abro a janela e encontro o jasmineiro em flor. Outras vezes
encontro nuvens espessas. Avisto crianças que vão para a escola. Pardais que
pulam pelo muro. Gatos que abrem e fecham os olhos, sonhando com pardais.
Borboletas brancas, duas a duas, como refletidas no espelho do ar.
Marimbondos que sempre me parecem personagens de Lope de Vega. Ás vezes, um
galo canta. Às vezes, um avião passa. Tudo está certo, no seu lugar,
cumprindo o seu destino. E eu me sinto completamente feliz.
Mas, quando falo dessas pequenas felicidades certas, que estão diante de
cada janela, uns dizem que essas coisas não existem, outros que só existem
diante das minhas janelas, e outros, finalmente, que é preciso aprender a
olhar, para poder vê-las assim.


Hubo un tiempo en que mi ventana se abría en una ciudad que parecía
estar hecha de tiza. Cerca de la ventana había un pequeño jardín casi seco.
Era una época de sequía, de tierra que se desmoronaba y el jardín parecía muerto.
Pero todas las mañanas venía un pobre con un balde y, en silencio, arrojaba
unas gotas de agua sobre las plantas con la mano. No era riego: era una
especie de riego ritual, para que el jardín no muriera. Y miré
las plantas, al hombre, a las gotas de agua que caían de sus
delgados dedos y mi corazón estaba completamente feliz.
A veces abro la ventana y encuentro el jazmín en flor. Otras veces
encuentro nubes espesas. Veo niños yendo a la escuela. Gorriones que
saltar por encima de la pared. Gatos que abren y cierran los ojos, soñando con gorriones.
Mariposas blancas, de dos en dos, reflejadas en el espejo del aire.
Avispones que siempre parecen personajes de Lope de Vega. A veces
canta un gallo. A veces, pasa un avión. Todo está bien, en su lugar,
cumpliendo su destino. Y me siento completamente feliz.
Pero, cuando hablo de esas pequeñas alegrías ciertas, que están frente a
cada ventana, unos dicen que estas cosas no existen, otros que solo existen
frente a mis ventanas, y otros, finalmente, que hay que aprender a
mirar, para poder verlas. así.

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