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ANTE UN PRADO III (Oratorio de SanBernardino 1950 ) Alfonsa de la Torre

 


Y todas las ventanas de los palacios sordos

 tapiaré con campanas.

No gritos, no promesas de bastardas edades,

no mosaicos sangrientos.

 Sólo una parra dulce cargada de racimos bajando hasta la sombra,

 un susurro de abejas,

un titilar de ramos,

una paz limpia y pura de cenador umbrío

acostada a los pies como can que dormita.

 Mi beso será un beso cargado y penetrante,

 con potencia de siglos,

 con deseo de muerte,

un beso de suicida o de amante sin freno;

de ahogado ya sin fuerzas

 será mi firme abrazo

 y de enfermo sin prisa mi caliente cobijo.

 ¡Oh tú que nada sabes de saberlo ya todo!,

 acógeme en tu seno,

refréscame los párpados;

a mis plantas cansadas dales soplo de nieve.

 ¡Oh tú que nada sabes, lecho de peregrino!,

adéntrame en la calma de tu quieto oratorio,

 donde ya no hay rumores,

 donde ya no penetra ni el trino del jilguero

 porque todo lo sabes

de saberlo ya todo.

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