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En el jardín ( V a VIII ) Isel Rivero






V

Así de generosas

son las aves

no saben porqué las encierran

pero siguen entregándonos su dádivas


Luego aparecen troceadas

en platos congelados.


VI


Yo amo el soplido del cetáceo

cuando revienta la mar al surgir de la negrura

Alegría infinita de saber que está aún ahí


Qué estremecimiento tu voz

entre las olas

el resplandor de tu llamada bajo la plata líquida


Los sables los tienen en la armería

escondidos

Los arpones se derriten en sus manos


VII


Si me dejaras saber lo que pienso

la tarde permanecería

a mi lado haciéndome compañía

y es augurio claro

la floración tardía de los amarilis

en junio


Las diosas dictan susurros

mientras sobre la conversación pesa

un maullido vecino.


El gato negro no volvió a hablar

en toda la tarde


Yo me tragué la lengua.

Ahora firma el documento.


VIII


Libertad decidió albergarse en la cárcel

Tanto vagar con la verdad mochila en mano

la aburrió


Así dejó que llegaran las voces oscuras

y los susurros malignos

quizás con el miedo

que el terror también la aburriera


En la noche

el canto de los pájaros muertos

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