[1]
Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de lus dedos
Pulsas e mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tú tocas.
De tus ojos, sólo de ellos,
sale la luz que te guía
los pasos. Andas
por lo que ves Nada mas.
Y si una duda te hace
señas a diez mil kilometros,
lo dejas todo, te arrojas
sobre proas, sobre alas,
estás ya allí; con Ios besos,
con los dientes la desgarras:
ya no es duda.
Tú nunca puedes dudar.
Porque has vuelto los misterios
del revés. Y tus enigmas,
lo que nunca entenderás,
son esas cosas tan claras:
la arena donde te tiendes,
la ınarcha de tu reló
y el tierno cuerpo rosado
que te encuentras en tu espejo
cada día al despertar,
y es el tuyo. Los prodigios
que están descífrados ya.
Y nunca te equivocaste,
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
—la unica que te ha gustado-.—.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y era yo.
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