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Billy Collins ( 1941 - ). Olvido / Forgetfulness

 




Olvido


El nombre del autor es lo primero que se va

Seguido obedientemente por el titulo, la trama,

La desgarradora conclusión, la novela completa

Que de repente se convierte en una que no has leído,

Ni siquiera escuchado,


Como si, uno a uno, todos los recuerdos que atesoras

 Decidieran retirarse al hemisferio sur del cerebro,

A una pequeña aldea pesquera donde no hay teléfonos.


Hace tiempo dijiste adiós a los nombres de las nueve Musas

Y te has enfrentado a la ecuación cuadrática de hacer las maletas,

Incluso ahora mientras memorizas los nombres de los planetas,

Algo más se te escapa, el nombre de una flor estatal  quizás,

 La dirección de un tío, la capital de Paraguay.


Lo que sea que luchas por recordar

No lo tienes en la punta de la lengua,

Ni siquiera se esconde en una oscuro rincón de tu malhumor.

Se aleja flotando en un oscuro río mitológico

Cuyo nombre empieza con L, si mal no recuerdas,

Camino hacia el olvido en donde te unirás a aquellos

Que han incluso olvidado como nadar o como montar en bicicleta.


No es de extrañar que te levantes en mitad de la noche

A buscar la fecha de una famosa batalla en un libro sobre la guerra.

No es de extrañar que la luna en la ventana

Parece haber salido de un poema de amor

Que solías saberte de memoria.



The name of the author is the first to go

followed obediently by the title, the plot,

the heartbreaking conclusion, the entire novel

which suddenly becomes one you have never read,

never even heard of,


as if, one by one, the memories you used to harbor

decided to retire to the southern hemisphere of the brain,

to a little fishing village where there are no phones.


Long ago you kissed the names of the nine Muses goodbye

and watched the quadratic equation pack its bag,

and even now as you memorize the order of the planets,


something else is slipping away, a state flower perhaps,

the address of an uncle, the capital of Paraguay.


Whatever it is you are struggling to remember,

it is not poised on the tip of your tongue,

not even lurking in some obscure corner of your spleen.


It has floated away down a dark mythological river

whose name begins with an L as far as you can recall,

well on your own way to oblivion where you will join those

who have even forgotten how to swim and how to ride a bicycle.


No wonder you rise in the middle of the night

to look up the date of a famous battle in a book on war.

No wonder the moon in the window seems to have drifted

out of a love poem that you used to know by heart.

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