ANTE UN PRADO
He aquí un
prado.
Ante mí un
prado.
Un
placentero y recogido y sedentario prado.
Mis ojos
están cansados de ver prados,
prados
usados con pesadez de romerías,
con colas
de ermitas viejas marchitándose en sus cirios;
prados de
la Asunción y de San Juan,
lumínicos prados de Pascua.
Mis ojos han visto prados
y de tanto
extasiarse en ellos
no saben lo que es un prado.
¿Qué será
un prado?
¿La esperanza de la tierra?
¿Su vello
varonil?
¿Su recóndito ensueño?
¿Quién supo
alguna vez lo que era un prado?
¿Ocas
egipcias lo surcaron leves
sobre fúnebres naves?
¿Arcádicas palomas?
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