Vienes a mi
en un revolotear de pájaros remotos,
espejeando aguas
y encantando flores,
asombrando la serpiente de mi
nostalgia
que desconoce
el
vuelo.
¿ De dónde ,
en alas míticas de papel,
te acercas removiendo siglos
desde ese jardín que los aires ignoran ?
Por los dos nombres que pilotas
desde la eternidad,
y que podrían ser fábula,
te entrego este sueño que me roza
como el canto
de un
gorrión,
como el amanecer de un lirio en un
barbecho olvidado.
Oyelo desperezarse...
¡ Si será ibis que dejó la inconsecuencia
del agua!
Aletea y no quiere ser mariposa
ni liebre que las horas cazarían.
Sólo esperanza—recuerdo no cuajado –
o recuerdo—esperanza madura—,
momias doradas que los hombres
conservan
y que sólo vendimia la muerte.
Si respiras,
si los sicómoros le dan sombra
y tu mano aprisiona los peces
que el
estanque ostenta,
¡ oh Princesa, descendiente de Ra!,
¿para qué inventarte?
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