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Luis Pastor 1952 - Yo vengo de un tiempo de cerezas









Yo vengo de un tiempo de cerezas

De la espiga del viento y de la hoz

Mapa que retiene la memoria

Como una fotografía en blanco y negro

Yo vengo de un tiempo que me nombra

Con espada de madera y crucifijo

En la escuela se cantaba el cara al sol

Y en la calle a Molina y Joselito.

Era el tiempo de ser niño.

Por la dulce voz, por el agudo grito

La calle una plaza abierta.

La plaza un planeta unido.

Con calles a muchas puertas.

Casas de abuelos y de primos

Era el tiempo del caballo y de la yegua

De los cerdos, las gallinas y los nidos

Y el huerto con todos sus manjares, olores y sabores

Que mi padre labraba, artesano del surco.

Escultor del manzano y de la higuera.

Sabio en su oficio, dueño de la azada y la guadaña

Gigante humano domando la tierra

Era el tiempo de la era y de la trilla.

Campanas y cigüeñas. Paraíso del pobre.




Pan y espigas

Era el tiempo del trino y el jilguero

Cantaor de coplas, ruiseñor de sueños

Era el tiempo de la radio y de los rezos

De las tristes procesiones para muertos

De los muertos tan cercanos a la era

De los lobos y bandidos por la sierra

Era el tiempo de los juegos en pandilla

De la comba, de la piedra,

Del pinchete, de la pídola

Y el verano, como un año al sol entero

Con siestas en la manta por el suelo

Era el tiempo de la madre y sus caricias

De su dulce voz, de sus ojos dulces,

De su tierna risa

Del abuelo y su secreto de tristeza

Que ahogaba cada noche con vino de taberna

Era el tiempo de la pana y los remiendos

Del café de estraperlo,

De la sopa de tomate y de patata

Del pecado que mata.

Del miedo, del castigo y del perdón

Era el tiempo de temer a Dios.

– ‘Yo vengo de un tiempo de cerezas’, Luis Pastor

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