Sobraban muertos,
Tantos dormidos que las ondas
arrastraran,
acumulando
su soledad entre piedras
desde que languidecían las sombras
y mariposas inquietaban la orilla.
En un fulgor de anunciación ausente,
ardían paisajes de planicies diáfanas,
donde
respiraban rosas
únicas en esplendor
y turquesas.
Espera.
Detendré la visión que hizo entreabrir
tus pestañas
hieráticas
y resbalar belleza
por el ónice
asombrado de tus ojos.
Ojos que van a ser de
Reina,
coronados de sombrías alas,
golondrinas volando
por el cielo
del
pensar
posadas sobre una mora sangrienta.
Abríos y contemplad:
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