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Oda a la reina del Iran. III (fragmento ) Alfonsa de la Torre

 



      Sobraban muertos,

 Tantos dormidos que las ondas

                                      arrastraran,

acumulando su soledad entre piedras

 desde que languidecían las sombras

 y mariposas inquietaban la orilla.

 

   En un fulgor de anunciación ausente,

 ardían paisajes de planicies diáfanas,

donde respiraban rosas

 únicas en esplendor

y turquesas.


  Espera.

Detendré la visión que hizo entreabrir

                            tus pestañas hieráticas

 y resbalar belleza

 por el ónice asombrado de tus ojos.

 

 Ojos que van a ser de Reina,

coronados de sombrías alas,

 golondrinas volando por el cielo

                                        del pensar

posadas sobre una mora sangrienta.

 

 Abríos y contemplad:


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