
Para el Niño
no hay posada,
solo hay astros
que lo guardan.
Para el Niño,
pan de escarcha,
miel de nieve,
roscos de agua…
Y la noche,
negra vaca
que le muge
sol de nanas.
Y la luna,
mula blanca
que le rumia
madrugadas.
Y una estrella
oxidada,
pezoncillo
de luz pálida
que lo arrulla
y amamanta
mientras llega
la mañana.
Para el Niño
no hay posada,
solo auroras
desoladas.
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