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ARRUGAS. Dalia Alonso

 


Arrugas

“repente in osculis Liviae et in hac voce defecit:
Livia, nostri coniugii memor vive, ac vale!”
Suetonio, Vita Caesarum

Ahora que declina el día
y en tus ojos se echan a dormir
suaves líneas de tierra lejana
y playa,

ahora que en torno a tus labios
reposan sonrisas antiguas
y del hogar los besos últimos
de amor,

ahora más que nunca te deseo:
deseo tu sed, tu voz, tu tiempo,
y tu cuerpo que ya es más tacto mío
que cuerpo.

(De Dalia Alonso Secades, inédito)

La poeta Dalia Alonso Secades (1996) ha obtenido el premio al Mejor poema del mundo en el Premio Internacional de Poesía Jovellanos con este poema.

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Fuente de la cita

Supremo die identidem exquirens, an iam de se tumultus foris esset, petito speculo capillum sibi comi ac malas labantes corrigi praecepit et admissos amicos percontatus, ecquid iis uideretur minimum uitae commode transegisse, adiecit et clausulam:

ἐπεὶ δὲ πάνυ καλῶς πέπαισται, δότε κρότον
καὶ πάντες ἡμᾶς μετὰ χαρᾶς προπέμψατε.

omnibus deinde dimissis, dum aduenientes ab urbe de Drusi filia aegra interrogat, repente in osculis Liuiae et in hac uoce defecit: ‘Liuia, nostri coniugii memor uiue, ac uale!’ sortitus exitum facilem et qualem semper optauerat. nam fere quotiens audisset cito ac nullo cruciatu defunctum quempiam, sibi et suis εὐθανασίαν similem—hoc enim et uerbo uti solebat —precabatur.

Suetonius, Vita Caesarum II, 99, 1

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El último día de su vida preguntó repetidas veces si había ya revuelo en las calles a causa de su estado. Después pidió un espejo, se hizo arreglar el cabello y afirmar las mejillas que le colgaban, y recibió a sus amigos a quienes preguntó si les parecía que había representado bien la farsa de la vida, añadiendo incluso el final consabido:

Si la comedia os ha gustado, concededle vuestro aplauso y, todos a una, despedidnos con alegría.

Luego los despachó a todos y, mientras interrogaba a unas personas recién llegadas de Roma sobre la enfermedad de la hija de Druso, expiró de repente en los brazos de Livia, pronunciando estas palabras: “¡Livia, conserva mientras vivas el recuerdo de nuestra unión! Adiós”. Alcanzó así una muerte dulce y a la medida de sus deseos, pues casi siempre, cuando oía que alguien había muerto rápidamente y sin dolor, pedía para él y para los suyos una similar εὐθανασία (ésta era, en efecto, la palabra que solía emplear).

Suetonio, Vidas de los doce Césares II, 99, 1
(De Suetonio, Vidas de los doce Césares, vol. I, Traducción de Rosa M.ª Agudo Cubas, Madrid, 1992)

 

1 comentario:

Poemasnorecantosegredo.blogspot.com dijo...

Maravilloso poema

Y extraordinario texto de Suetonio.

Disfrutarlo, como he hecho yo, y regalarselo a un amigo.