imprimir página

Elegia 4. Cecilia Meireles 1901 - 1964









Escuto a chuva batendo nas folhas, pingo a pingo.
Mas há um caminho de sol entre as nuvens escuras.
E as cigarras sobre as resinas continuam cantando.



Tu percorrias o céu com teus olhos nevoentos,
e calcularias o sol de amanhã,
e a sorte oculta de cada planta.



É amanhã descerias toda coberta de branco,
brilharias à luz como o sal e a cânfora,
tomarias na mão os frutos do limoeiro, tão verdes,
e entre o veludo da vinha, verias armar-se o cristal dos bagos.



E olharias o sol subindo ao céu com asas de fogo.
Tuas mãos e a terra secariam bruscamente.
Em teu rosto, como no chão,
haveria flores vermelhas abertas.



Dentro do teu coração, porém, estavam as fontes frescas,
sussurrando.
E os canteiros viam-te passar
como a nuvem mais branca do dia.





Escucho la lluvia golpeando en las hojas, gota a gota.
Mas hay un camino de sol entre las nubes oscuras.
Y las cigarras sobre los pinos continúan cantando.



Tu recorrías el cielo con tus ojos brumosos,
y calcularías el sol de mañana,
y la suerte oculta de cada planta.



Y mañana descenderías toda cubierta de blanco,
brillarías a la luz como la sal y el alcanfor,
tomarías en la mano los frutos del limonero, tan verdes,
y entre el terciopelo de la viña, verías formarse el cristal de las uvas .



Y mirarías el sol subiendo al cielo con alas de fuego.
Tus manos y la tierra secarían bruscamente.
En tu rostro, como en el suelo ,
habría flores rojas abiertas.



Dentro de tu corazón, sin embargo , estaban las fuentes frescas,
susurrando.
Y los macizos de flores te veían pasar
como la nube más blanca del día.







No hay comentarios:

Publicar un comentario