Espejo claro bruñido
El silencio luminoso
De la tarde de agosto
En mil pedazos roto.
Toques graves pausados
De las viejas campanas.
De la muerte heraldos
En el aire calmo vibran.
Sus ecos se apagan
Oscuros ominosos
En las verdes ramas
De los viejos robles .
Sabeis por quién doblan?
Que muerte pregonan?
De alto distinguido rango?
De baja miserable cuna?
Indiferente la tierra
Espera paciente y sabia
A los poderosos reyes
A los humildes plebeyos.
En la callada tarde
Del inevitable día
Nadie nada quebrará
El sosiego, la calma.
Olvidados los ritos
En la muda soledad
Del campanario quizás
Un ruiseñor me llore
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